Uno de los estados más recurrentes en los ambientes áulicos es cuando uno o varios alumnos presentan conductas que no se ajustan al ambiente propuesto por el docente, estos alumnos regularmente tienden a ser estigmatizados mucho antes de acompañados, por poner un ejemplo mencionemos a William, un chico que sin motivo aparente de problemas familiares, emocionalmente estable y con facilidad para relacionarse con sus compañeros y con algunos de sus maestros, este chico en ocasiones se presenta a clase con atuendo desaliñado, comienza a cambiar de actitud y se vuelve desatendido e irresponsable, empieza a generar distractores en el aula y discusiones constantes con más de uno de sus profesores.
El caso de William es muy usual con algunas variantes, en ocasiones no vemos el cambio porque este se presenta en un periodo de vacaciones o cuando cambian de grado escolar y lo único que se percibe es lo limitadamente observado por las condiciones académicas como bajas notas, irresponsabilidad en la entrega de actividades, es aquí donde afirmo que se estigmatiza al alumno, a partir de un comportamiento se comienza a dar calificativos desmedidos y absurdos acerca de la condición del estudiante (en algunos casos favorable como; eres inteligente, el mas listo de la clase, el genio, etc.) con comentarios lacerantes a la condición humana como inútil, flojo, tonto y quizá algunos mas sofisticados y que usan con crueldad y sarcasmo algunos docentes desde su especialidad, todo esto para lograr la frustración de la persona esperando con esta manera inconsciente la adaptación y la conciencia del estudiante. Hoy por hoy eso es violencia, hoy por hoy esas prácticas de manipulación en el aula van quedando atrás, hoy sabemos que las organizaciones pueden ser capaces de propiciar un cambio en sus miembros y tratándose de escuelas estas pueden ser organizaciones inteligentes que aprenden y que son capaces de gestar pensamientos alternativos para la solución de problemas (De Bono, 1985).
Cuando el docente limita su visión a uno o dos puntos de acción para la solución de una situación incurre sin advertirlo en el error de estigmatizar la acción por sobre a la persona e incurre en una linealidad que si en su estructura personal esta permitido puede ser frustrante, limitante y condicional dirigida al estudiante hasta que por la fuerza el estudiante termine cediendo a la voluntad del docente, pero ¿que hay de formador en este proceso?, ¿que hay de humano o empático en esta tarea? Lamentablemente algunas prácticas escolares no sustentan sus decisiones en el desarrollo de las personas, más bien lo sustentan en el desarrollo académico como si primero fuéramos conocimiento y luego personas, importa mas lo secundario, importa mas el extra que la base, importa mas lo que hagas y no lo que seas.
A medida que las instituciones comprendan la importancia de tomarse un minuto para conocer a la persona y poder definir objetivos en base en un esfuerzo centrado en el estudiante podremos comprender lo significativo que es fundamentar los aprendizajes desde una experiencia propia y desde la practica diaria (Senge, 2005) para poder mirar mas afondo a aquellos que piden ayuda en un problema que es íntimamente conocido.
Referencias.
Seis Sombreros para Pensar de Edward de Bono.
La Quinta Disciplina de Peter Senge.